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Posada, la Calavera Garbancera y los famosos “Fifís”
Una de las obras póstumas más relevantes en la historia del arte mexicano es, sin duda, la Calavera Garbancera —que, a la postre, conocemos como “Catrina” — creada en 1912 por el célebre ilustrador, grabador y caricaturista José Guadalupe Posada durante un periodo de depresión tras la muerte de su esposa y su único hijo.
La Calavera Garbancera sería publicada 10 meses después del fallecimiento de su autor, ocurrido en 1913, como complemento para ciertas rimas que surgieron a manera de crítica dirigida tanto hacia la situación económica, política y social del país, como hacia las clases privilegiadas.
¿Su nombre? Las famosas calaveritas, que sobreviven hasta nuestros días y de vez en cuando despliegan sus líneas con mordacidad e ironía para recordarnos a todos, ricos y pobres por igual, que vamos a dar con todo y huesos al mismo lugar.
Hay hermosas garbanceras de corsé y alto tacón, pero han de parar en calaveras, calaveras del montón.
Antonio Vanegas
Así reza uno de tantos versos del editor del periódico de combate en que José Guadalupe Posada solía dar a conocer su trabajo. La burla iba dirigida principalmente hacia ciertos mexicanos que renegaban de su propia herencia y cultura en pos de adoptar una pose europeizada —en concreto, deseaban e imitaban el estilo de vida galo—, consecuencia del afrancesamiento que Porfirio Díaz promovió con tanto ahínco durante sus 33 años de mandato. Incluso el propio nombre de la ilustración, “Calavera Garbancera”, es una sátira de ese pretendido “progreso”, pues la gente pudiente comía garbanzos, en tanto que el jodido, el mexicanito prietito y de a pie, se alimentaba con puros frijoles.
De la calavera de Posada a la Catrina de Rivera
Sin embargo, la obra de José Guadalupe Posada sufriría una drástica transformación a manos de Diego Rivera, quien en alguna etapa de su también ilustre carrera conoció al célebre grabador. Este último se encargó de completar el atuendo de la simpática pero pretenciosa calaquita con elegantes vestidos y estolas para plasmarla en su famosa obra Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, dotándola del glamour con que, aún en nuestros días, se la ve representada en los rostros y cuerpos de millones de mujeres y hombres que han dado al personaje un segundo aire tras convertirlo en icono y protagonista de la celebración del Día de Muertos.
Call me “Fifí”
Más o menos en el mismo espacio temporal y también procedente de Francia, el término “Fifí” comenzaría a ser usado por las damas “de la alta sociedad” mexicana, esas mismas de las que Posada gustaba hacer mofa, para referirse a sus aves de compañía recién nacidas o muy jóvenes, en sustitución de la ordinaria y vulgar palabra “polluelo”, porque qué 🐶🐻.
La palabrita, acuñada por el naturalista Georges-Louis Leclerc de Buffon, terminaría por volverse en contra de las élites con la llegada al poder de Francisco I. Madero y el indescriptible escozor que provocó entre sus opositores, a quienes les quedó adherida debido a su apego por el régimen porfirista y todo lo que representaba: clasismo, racismo, autoritarismo y conservadurismo.
Así las cosas y aún a pesar del tiempo transcurrido, la bella Calavera Garbancera de José Guadalupe Posada continúa cumpliendo su cometido. La definición del “Fifí” de antaño no ha cambiado mucho en comparación con cómo son los “Fifís” de ahora: tradicionalistas, generalmente apegados a la religión, amantes de los privilegios o con sueños guajiros de, algún día, disfrutarlos; pretenciosos, ambiciosos, enemigos del bien común si éste “amenaza” su posición socioeconómica. Desprecian “lo naquito”, “lo del pueblo” y, para rematar, son ignorantes de su propia condición, pues fue su misma clase social, “sus iguales”, la que se identificó de esa forma desde hace poco más de un siglo.
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