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México, el país de los mil rostros indígenas
Algo que me encanta de los museos es que siempre se puede aprender algo nuevo en ellos o bien, retomar cosas tan básicas que todos deberíamos tenerlas siempre presentes, como el respeto por nuestras raíces indígenas. Para muestra el Museo Rafael Coronel, ubicado en el Centro Histórico de Zacatecas.
Los rostros de tantas civilizaciones milenarias diseminadas sobre un territorio tan extenso —cada una con sus propias deidades, tradiciones y ritos— mezclaron sus facciones con las de los conquistadores españoles que, en su intento por suprimir la idiosincrasia de los pueblos indígenas, terminaron por crear una nueva civilización —para bien y para mal; la historia nos obsequia sendas muestras de ambas opciones— rica en variables y matices que quedaron hermanados para siempre por un denominador común.
Poco importa si nuestros antepasados son zacatecanos, chiapanecos, veracruzanos, poblanos o sinaloenses; todos tenemos derecho a sentir orgullo por la historia y los personajes ilustres que ha dado la zona donde cada uno de nosotros ha nacido y compartirlo con los demás.
Todos somos indígenas
Tú, tu vecino el que llegó desde Tabasco, el compa de Los Cabos que se gana la vida como guía de turistas, la señora de marcados rasgos indígenas que vende artesanías en la calle (y a la que muchos le regatean, como si su trabajo mereciera semejante desdén), la ejecutiva rubia que vive en Bosques de Las Lomas; todos somos México, este país tan conflictivo, tan —en apariencia, a veces— hundido e insalvable y a la vez colorido, alegre, folklórico. Hermoso.
El mexicano actual, el que vive en plena globalización, no está para actitudes estúpidas como ser despectivo ni racista con sus propios hermanos. En este país donde las imposiciones de la industria dictan estándares de belleza que alienan a las personas y las convierten en vacíos seguidores de modas que desprecian todo aquello que resulte diferente a “lo bonito”, hacen falta muchísimos museos como el Rafael Coronel en nuestras respectivas ciudades.
Seríamos más respetuosos con nuestras raíces indígenas y con aquellos que comparten esta extraordinaria jugarreta del destino llamada mexicanidad en lugar de señalarnos unos a otros, de región a región, y juzgarnos por tener los ojos rasgados, o el cabello crespo, o la piel morena, o ser más bajitos o regordetes que otros. El valor de cada uno de nosotros no está en nuestro genotipo —algo sobre lo que no tenemos poder de decisión ni elección—, sino en cuánto aportan nuestro trabajo, talento, cualidades humanas y habilidades para el crecimiento de este país.
¿Quién es Rafael Coronel y por qué un museo lleva su nombre?
El señor Rafael Coronel Arroyo fue un pintor zacatecano cuyo trabajo ha recorrido México, Estados Unidos, Japón, Puerto Rico y Brasil gracias a que, diciendo a su padre de que estudiaría Contaduría, viajó a la Ciudad de México con la intención de ser futbolista del América (nadie es perfecto), terminó descubriendo que lo suyo era la pintura y se las ingenió para acomodarse en la Galería de Arte Mexicano.
Era rebelde, solitario, taciturno, un tanto melancólico; viajero incansable que formó una importantísima colección de artesanías mexicanas, entre ellas, cerca de 5,000 máscaras provenientes de todos los rincones del país. Su relevancia es tal que la frase que pronunció durante su juventud, “Traicioné a mi padre, pero le hice un bien a la patria”, fue arrogantemente acertada.
Una casa para nuestro legado indígena
El que hace siglos fuera el Convento de San Francisco se convirtió en una nueva casa para la cultura y la apreciación del arte. Es así como este edificio construido entre los siglos XVI y XVIII pasó de haber sido el lugar desde donde partieron las misiones que evangelizaron el norte de México a entregar su belleza arquitectónica —que por sí sola hace las delicias de los visitantes y ha sido acondicionada de acuerdo con las necesidades que los tiempos modernos requieren— para resguardar entre sus muros la colección de máscaras más grande del mundo, donada por el artista en 1990.
El Museo Rafael Coronel se encuentra en el Callejón de San Francisco, sin número, colonia Centro. Abre de 10:00 a 17:00 horas todos los días con excepción de los miércoles y el costo de la entrada es de 30 pesitos. Cuando sea prudente turistear, visita este emblemático sitio de la capital zacatecana, disfrútalo, pasa todo un día descubriendo los secretos que guarda para ti y platícame qué les ha parecido en los comentarios de este post o bien, en mis redes sociales:
Te invito también a adentrarte en las profundidades de la Mina El Edén, uno de los mayores atractivos turísticos de la capital zacatecana.
¿Me invitas un cafecito?
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