La música vernácula de nuestro país cuenta con grandes representantes, casi todos dignos de admiración y mucho respeto. Mi Top4 sería conformado, sin orden específico, por Javier Solís, Cuco Sánchez, José Alfredo Jiménez y Antonio Aguilar; de este último soy fan por algo más que su valor intrínseco como cantante, compositor, productor, guionista y actor: su conocimiento y pasión por la Revolución Mexicana.
El nacido en Villanueva, Zacatecas (a una hora de la capital del estado, hacia el suroeste del mismo) el 17 de mayo de 1919, se convertiría no solo es un símbolo de la música, el cine y la charrería a nivel nacional e internacional (los estadounidenses se referían a él de manera cariñosa como «Tony Aguilar»), sino también uno de los más grandes orgullos zacatecanos. No sorprende que una tierra acostumbrada a héroes y actos valientes honre a su hijo pródigo —la voz del pueblo y de la Revolución— con una sala completa del Centro Cultural Ciudadela del Arte dedicada a su carrera donde se puede disfrutar desde su palmarés artístico hasta recuerdos, trajes de charro, fotografías, retratos, fragmentos de sus películas y los muebles, libros y estatuillas que tuvo en su despacho ubicado en la alcaldía Iztapalapa de la Ciudad de México.
Su faceta como actor
Antonio Aguilar actuó en 167 películas –Un rincón cerca del cielo, La cama de piedra, La cucaracha, El alazán y el rosillo, La huella del chacal, El caballo blanco, La muerte de un gallero, entre las más famosas– y tuvo oportunidad de interpretar a personajes históricos como Heraclio Bernal (bandido duranguense), Pánfilo Natera (general revolucionario que participó en la Toma de Zacatecas), Benjamín Argumedo (líder de “Los Colorados”, acérrimos rivales de las tropas villistas), el mismísimo General Pancho Villa, Emiliano Zapata y Felipe Carrillo Puerto (revolucionario yucateco). No es de sorprender que, ante tan impresionante filmografía, haya ganado un Ariel en 1997 por su invaluable contribución al cine mexicano y un ACE por Mejor actor con la película Emiliano Zapata de 1970.
Antonio Aguilar, el bardo de las carrilleras
Conocido como El Charro de México —aunque también podía cantar boleros y hasta ópera—, cuenta en su haber con 160 discos grabados que han vendido más de 25 millones de copias, de los que mi favorito es Corridos de la Revolución, en el que plasmó grandes historias acerca de la guerra más sangrienta que este país ha visto. Agarra bien las riendas de tu potro y dale play a esto, te garantizo que terminarás con el pecho henchido de orgullo y una lágrima asomando de tus ojos.
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