Probablemente, cuando eras niño te sentiste atraído por la paleontología gracias a la magia y el misterio que emanan los dinosaurios.
La mayoría de nosotros dejamos de lado aquella fascinación infantil por un buen rato, nos dedicamos a otras cosas y unos cuantos retomamos el gusto de manera esporádica, pero —para buena fortuna de todos nosotros— hay quienes llevan ese amor por los dinos mucho más allá y lo convierten en un estilo de vida.
Es el caso de Rafael Barbosa, paleoartista poblano y creador de Archaia-Art, con quien tuve una plática super agradable acerca de su trabajo no sólo como modelista, sino como divulgador científico.
¿Cómo surgió su gusto por la paleontología?
Cultivar la mente de un niño es de los mejores regalos que uno puede darles. En el caso de Rafa, su mamá tuvo la genial idea de llevarlo al Museo de Historia Natural de Puebla cuando tenía apenas tres años. Luego pasó lo que tenía que pasar: vio aquel épico estreno de Jurassic Park allá por 1993 y eso le hizo interesarse más en la paleontología hasta que dio con una serie de documentales que, combinados con las habilidades que desarrolló en cuanto a dibujo y escultura en plastilina, terminaron por definir su camino.
¿Se puede elegir un dinosaurio favorito?
Depende de cada quién; yo tengo uno o dos, pero para él la elección es un tanto más difícil. Le encantan el T-Rex y otros tiranosáuridos —Daspletosaurus, Tarbosaurus y Gorgosaurus— por la fisonomía fuerte y agresiva que presentaban, así como terópodos más pequeños (pero igual de temibles) como el Allosaurus. Sin embargo, no todo es garras y dientes: también le laten herbívoros del estilo del Coahuilaceratops Magnacuerna, un ceratópsido descubierto —como su nombre lo indica— en el municipio de General Cepeda, a escasos 70 kilómetros de Saltillo.
¿Qué es Archaia-Art?
Con cinco años de trayectoria, Archaia-Art es el catalizador de todo el arte que es capaz de salir de las manos de Rafa. Inspirado por el especialista en paleontología Aldo Castañeda, a quien conoció cierto día en el transporte público gracias a que éste cargaba con una cajita llena de dinosaurios hechos en foami, estuvo dando vueltas a la idea en su cabeza antes de buscar su propia forma de trabajar con los materiales que mejor le acomodaran y crear su propia técnica.
Sus primeras piezas fueron realizadas en un estilo que él mismo define como “simple y burdo” a base de plastilina, papel y engrudo, pero poco a poco se fue puliendo y comenzó a diversificarse a través de un material llamado DAS, pasta francesa y pasta española, lo que da un acabado mucho más atractivo a cosas tan geniales como, por ejemplo, las garras de dromaeosáuridos que verás a continuación (para quien no esté familiarizado, los dromaeosáuridos son toda la parentela de los famosísimos “raptors” modificados genéticamente que hemos visto en todas las pelis de Jurassic Park y Jurassic World).
Les presento a la familia: de izquierda a derecha, Stenonychosaurus (antes catalogado como Troodon), Velociraptor, Deinonychus, Achilobator, Utahraptor y Dakotaraptor.
Estas garritas fueron las que le abrieron a Rafa la oportunidad no sólo de empezar a comercializar su arte, sino de adquirir mucho conocimiento gracias al contacto con aficionados, paleontólogos e ilustradores.
Cuida al planeta, es el único con fósiles de dinosaurios
Además de los materiales ya mencionados, lo que distingue al trabajo de Rafa es su compromiso con el medio ambiente. Utiliza material reciclado como papel bond usado, periódico, cartón, botellas de PET e incluso retazos de tela en una proporción del 80 al 85% de cada modelo, lo que les da mucha estabilidad y equilibrio sin necesidad de adaptarles soportes y eso, a su vez, es un gran beneficio tanto en lo estético como en el realismo biológico, algo super importante para la calidad de estas artesanías ecofriendly.
Para todos los gustos y bolsillos
Además de huesos y cráneos que puede realizar prácticamente al tamaño que se le antoje, Rafa te hace desde una garra como las que ya viste arriba —la más pequeña cuesta 70 pesos— hasta piezas realmente impresionantes, como un cráneo de Pentaceratops de 2.40 metros que vendió por una cifra de cinco dígitos. Es una pena que el comprador haya pedido discreción y no existan fotos del trabajo final, pero lo que se llevó se parece más o menos a este chiquitín:
En cuanto a tiempos, una pieza chica le toma alrededor de un día, mientras algo un poco más grande, digamos un cráneo de Spinosaurus Aegyptiacus, se lo avienta en más o menos una semana. Eso sí, sin importar cuánto tarde en hacer cada obra de arte, el acabado siempre será resistente, de buena calidad y flexible, lo que ayuda a que no le pase nada durante el envío a su destino final. Incluso puede soportar una lluvia ligera al ser transportada, aunque lo recomendable, como es obvio, sería no exponerlas al deterioro para disfrutarlas tanto como sea posible.
¡Qué chula es Puebla!
En materia de paleontología, muchos municipios de ese estado son un auténtico paraíso. Valsequillo cuenta con una cantidad importante de restos fósiles de mamut, caballo, camello y bisonte; Tepeji de Rodríguez tiene impresiones rocosas de peces; Honey se distingue por una nutrida dotación de amonites y en San Juan Raya el boom son las huellas que dejaron las distintas especies que caminaron por la región hace millones de años, así que como buen apasionado de la prehistoria, a Rafa le gusta mucho salir a colectar fósiles, aunque eso sí, siempre apegándose a la normatividad del Instituto Nacional de Antropología e Historia y registrando cada descubrimiento en el acervo cultural y paleontológico de la entidad.
Por otra parte, asegura que es bonito tener piezas artesanales y lucirlas en una vitrina, pero no hay nada como llevarlas a algún lugar similar al que pudo haber sido su hábitat y hacerle una buena sesión de fotos. Afortunadamente para él, en Puebla hay muchas opciones dónde jugar con ellas para presentarlas de una forma más realista, como si estuvieran vivas.
Dinos, dinos everywhere!
El trabajo de Rafa ha adquirido tal relevancia en el ámbito de la paleontología artística que ha sido requerido para exposiciones en el Museo Cretácico de Oaxaca y en Quecholac, Puebla, para una exhibición de animales extintos llamada México Prehistórico.
Pese a que la pandemia le arruinó planes como el de montar una exhibición de animales del periodo pérmico —como el Dimetrodon y el Inostrancevia— en el Museo de la Evolución de la ciudad de Puebla, Archaia-Art no pierde impulso y prepara muchas sorpresas para sus seguidores, como una serie de cortometrajes para mostrar cómo pudo haber sido la era de los dinosaurios de la forma más fidedigna posible, así como más eventos en Oaxaca, Tamaulipas, en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, en el Museo de Geología de la UNAM, mas lo que se acumule.
Las ganas de dar a conocer su arte —realizado con la mayor rigurosidad científica tanto por parte suya como de por lo menos 12 paleontólogos con quienes se asesora— pero sobre todo de concientizar a la gente acerca de todo lo que la paleontología puede ofrecerle, son los principales motores de Rafa. Él cree firmemente que el conocimiento está al alcance de todos y de nosotros depende que más generaciones puedan no solo disfrutar a los dinosaurios, sino estar al tanto de los nuevos descubrimientos y actualizaciones en cuanto a características que ya se tenían tomadas por ciertas e irrefutables. Aunque hace mucho que dejaron de ser vistos como animales torpes y lentos, es un hecho que todavía queda mucho por conocer acerca de estos “lagartos terribles”.
Si te gusta lo que hace este talentoso paleoartista, no dejes de visitar sus redes sociales para conocer más acerca de su trabajo y sobre todo, de la valiosa información que comparte día a día con los fans de los dinosaurios:
En otro tema pero también relacionado con el arte, echa un vistazo a la entrevista que hice a Issa Alvarado, joven escritora mexiquense que está de manteles largos gracias a su primer cuento publicado por una editorial.
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