Cúrcuma, la maravilla que combate al cáncer

Conozco a alguien que padece cáncer desde hace poco más de un año. La enfermedad atacó de la nada y comenzó a expandirse por sus órganos y tejidos a una velocidad sorprendente, por lo que su esperanza de vida no era muy alta considerando que, de acuerdo con cómo funciona el deficiente sistema de salud mexicano, tardaría en recibir quimioterapia. Sin embargo, hubo un factor muy importante que cambió para bien las cosas o por lo menos despejó en buena medida el pronóstico tan poco prometedor que le habían dado los médicos: la cúrcuma.

Esta persona comenzó a tomar té de cúrcuma y mantuvo el hábito por cerca de tres meses, si no me falla la memoria. Para cuando le llegó el turno de los análisis previos a la quimioterapia, la sorpresa de todos fue mayúscula: las células cancerígenas habían detenido su expansión y se habían concentrado alrededor de los ganglios linfáticos, lo que (según entendí, no soy oncólogo ni nada por el estilo) volvió más tratable al cáncer y, a la postre, le salvó la vida. No es algo que me hayan platicado; yo vi con estos ojos miopes que se han de comer los gusanos cómo a esta persona se la estaba cargando el payaso primero y después comenzó con una recuperación casi prodigiosa.

¿Qué es la cúrcuma?

A grandes rasgos, se trata de una raíz perteneciente a la familia de las zingiberáceas, originaria de India e Indonesia. Los primeros registros de su uso se remontan al año 610 A.C., en que era utilizada como colorante para la lana debido a su color naranja intenso, además de que los indios descubrieron después que también servía para comer y la incorporaron a su gastronomía tradicional. Si has comido curry, entonces permíteme comentarte que ya conocías la cúrcuma desde antes.

Sin embargo, más allá de ser un delicioso condimento, podría decirse que se trata de una especie de super especia conformada por varios curcuminoides (curcumina, demetoxicurcumina y/o bisdemetoxicurcumina), proteínas, resinas, azúcares, fibra dietética, niacina, sodio, calcio, potasio, cobre, magnesio, hierro, zinc, y vitaminas C, E y K. Una auténtica bomba defensiva que pondrá a todo tu organismo listo para repeler a prácticamente cualquier cosa que intente entrar en él a hacer de las suyas.

Sus propiedades son tan amplias como sus componentes; puede aliviar desde malestares estomacales hasta trastornos hepáticos y cardiovasculares, además de ser un potente antidepresivo y antiinflamatorio. De hecho, es por esto último que comencé a tomarla prácticamente diario desde que comenzó la pandemia por COVID-19. Recordemos que parte de los daños que ese maldito virus causa al cuerpo humano es la inflamación pulmonar, por lo que resulta una maravilla como medida preventiva.

Ojo, que no estoy diciendo “Tomen cúrcuma y ya, no hay problema con lo demás”. No caigamos en la tentación de cargarle toda la responsabilidad de nuestro bienestar a esta raíz, por increíble que sea. La cúrcuma es sólo una más de las formas en que podemos protegernos, así que implementarla a nuestra cotidianidad es una poderosa adición, pero no es infalible por sí sola. Vamos, que en términos de NFL es como si agregaras a J.J. Watt como complemento a DeForest Buckner en la defensiva de los Colts: reforzarías a un excelente pass rusher con otro enorme cazador de cabezas, pero no serían tan terroríficos uno sin el otro.

¿Dónde la consigo?

¡Es la cosa más sencilla del mundo! La encuentras en el local herbolario del mercadito de tu colonia, ya sea la raíz tal cuál o en polvo. Cualquiera de las dos te sirve, basta con preparar un té con una cucharada si la adquieres en polvo, o bien, un pedacito más o menos del tamaño de la última falange de tu dedo meñique si es que compras la raíz. Le agregas jengibre para que amarre y una cucharadita cafetera de miel para darle mejor sabor, ¡y va pa’dentro!

Pruébala y cuéntame por favor qué tal te sientes dentro de unas semanas, ya sea en los comentarios de este artículo o en mis redes sociales:

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