Aunque la tradición de rellenar cascarones con harina o confeti para hacerle la maldad a tus amigos (o a quien te cae mal, ¿Por qué no?) reventándoselos en la cabeza con singular alegría está muy arraigada entre los mexicanos, probablemente te sorprenderá saber que la idea no surgió aquí.
Resulta que su origen tuvo lugar en China, desde donde llegaron a Europa gracias a los viajes de Marco Polo, y fue en Italia donde adquirieron ese carácter festivo y un tanto bromista, pues allá los usaban en una especie de ritual de cortejo donde —previamente rellenados con perfume y cubiertos con cera— los hombres los lanzaban a las mujeres que les parecían atractivas. De ahí pasaron a España y bueno, ya sabemos cómo es que se volvieron tan entrañables por estos lares.
En Zacatecas, por ejemplo, hay dos chicas con mucho talento que llevan esta tradición al siguiente nivel. Priscilla y Fátima Torres, quienes viven en la capital del estado, la han convertido en todo un arte, así que me di a la tarea de contactarlas y pedirles que me contaran acerca del excelente trabajo que hacen en Cascaronería.
Saliendo del cascarón
Priscilla empezó con el proyecto en 2013 gracias a que su mamá acostumbra guardar los cascarones para hacer composta; tuvo la idea de decorar y rellenar con confeti los que quedaban para venderlos primero en su círculo cercano, aunque no tardó en llegar a más personas gracias al apoyo de su hermana Fátima —quien es diseñadora— y a la calidad de su arte, que buscan mejorar en cada nueva creación.
Ella menciona que en el municipio de Teúl de González Ortega todavía se conserva la costumbre de arrojarle un huevo a la persona que te trae de un ala antes de invitarle una nieve o un cafecito (quiero creer que el asunto no se queda nada más en el bombardeo), pero la tradición de los cascarones se desarrolla de diferente manera en otros lugares y, por ejemplo, en Zacatecas capital quienes más la disfrutan son los niños pequeños mientras se corretean en las fiestas para hacerse la travesura, aunque también pueden ir rellenos con dulces y hacer las delicias de chicos y grandes en fiestas patronales, bautizos, cumpleaños y donde sean requeridos, que para divertirnos con ingenio los mexicanos nos pintamos solos.
Un detalle de huevos
Obviamente, estos bonitos cascarones no están pensados sólo en los niños. Por ejemplo, tengo antojo de echar un vistazo a su catálogo (muy amplio, por cierto; estas chicas pueden plasmar cualquier idea en un cascarón con singular maestría) y, cuando la pandemia me permita regresar a Zacatecas, ir a comprar más de uno de esos diseños para adornar mis libreros, repisas y estantes. La verdad, pagar 12 pesitos por pieza (u 8 en precio de mayoreo, a partir de 20) se me hace una ganga que todo aquel que se precie de apoyar al comercio y el talento nacionales debería aprovechar.
Así que, si buscas algo original para regalar a tus invitados en cualquier festejo y vives en la ciudad de Zacatecas, no dudes en visitarlas en su taller ubicado en el Callejón de los Pirules 116-B, en el Centro Histórico; además, también los encuentras en la tienda Sucreries, localizada dentro del Parque La Encantada. Incluso si eres foráneo, ¡Para ti también hay! Puedes ver más de su trabajo, contactarlas y hacer tus pedidos a través de sus redes sociales:
¿Me invitas un cafecito?
