El señor Juan Carlos Caballero Vega es alguien con una historia digna de ser conocida por las generaciones actuales y futuras. Procedente de una familia que contaba con varias propiedades y aun así enrolado en la División del Norte a sus 14 años, su aversión por la injusticia social se convirtió en legendaria. “Nos tenían a pan y agua”, “Luché porque tuviéramos una vida digna y sigo contra la injusticia, ese será mi pensamiento hasta que me muera”, llegó a decir al recordar aquellos viejos tiempos en que tuvo los tamaños para empuñar un revólver e invadir Columbus bajo las órdenes de Pancho Villa, con lo que terminó de ganarse la confianza del Centauro del Norte.
Fue el último villista que quedaba con vida (al menos, a la luz pública) hasta el 30 de marzo de 2010, fecha en que montó un corcel celestial y fue a reunirse con el General a sus 109 años. El señor Caballero será recordado siempre como el ex chofer de Pancho Villa, pero también como uno de los pocos revolucionarios que sobrevivieron a la tolvanera allá en el norte sin haber intentado enriquecerse en el camino.
Combativo hasta el final
Pasó sus últimos años en un asilo de ancianos en Monterrey y “sobrevivía” con una pensión de $1,600.00 mensuales, lo cual fue no solo un insulto para alguien que participó activamente en la utopía que pretendía llevar a México a la libertad que debería gozar hoy en día, sino la prueba fehaciente de que sí existieron personas de ideales firmes y dignos (Maximus Decimus Meridius dix it) entregados a la grandeza de su país por encima de cualquier aspiración económica o de poder.
Don Juan Carlos Caballero estuvo dispuesto hasta sus últimos días a volver a levantar un rifle si las condiciones en este país se lo hubieran exigido. Sin embargo, la muerte terminaría por llevárselo de una vida en la que ya todo era penurias, carencias y recuerdos de tiempos mejores, plagados de hombres valientes y listos para morir buscando la libertad. No dejó riquezas materiales, pero sí un legado y un espíritu dignos de emularse por cualquier persona que se precie de amar a su patria y buscar la libertad de todos sus compatriotas.
El pueblo tiene que defenderse. Si es necesario, hay que tomar las armas. Y si los jóvenes no quieren, pues aquí estamos los viejos. Ya no tenemos nada que perder. Las injusticias nos mantienen en pie, ¡Sí, señor! Hay que darle…hasta el último cartucho.
Juan Carlos Caballero
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