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Títeres de antología: La tradición de los Rosete Aranda
La Empresa Nacional Mexicana de Autómatas Hermanos Rosete Aranda tiene su origen en Huamantla, Tlaxcala, donde cuatro hermanos (los Aranda) alcanzaron el éxito gracias a los más de 5,000 títeres que, función con función, hacían las delicias de chicos y grandes a través de contenido que abarcaba desde obras de la Literatura Universal hasta la representación de tradiciones y leyendas mexicanas; de temas didácticos y educativos para los peques hasta situaciones más espinosas, llenas de crítica política y social. La variedad alcanzaba para todos los que quisieran disfrutar el espectáculo y la gente los amaba por eso.
Tal fue su fama en aquellos años de la Guerra de Reforma, que incluso el presidente Juárez quedó maravillado con su trabajo y los invitó alguna vez a montar su espectáculo de títeres en Palacio Nacional.
Fue más o menos en ese tiempo que una de las hermanas Aranda, María de la Luz, hizo click con un señor llamado Antonio Rosete, formaron una familia y tuvieron cinco hijos que, al crecer, consolidarían la compañía y la llevarían por buen rumbo hasta pasada la primera década del siglo XX, cuando comenzó a ir a pique y fue comprada por Carlos Vallejo Espinal, quien la renombraría como Teatro Carpa Rosete Aranda, Empresa Carlos V. Espinal e Hijos.
Como todo por servir se acaba o termina devorado por el inclemente paso del tiempo, la modernidad y la consecuente llegada de otras formas de entretenimiento como la televisión enviaron a los títeres a cajones viejos olvidados en polvorientos rincones, donde se mantuvieron durante décadas hasta que Sergio Arturo Montero, restaurador especializado del Instituto Nacional de Antropología e Historia, les devolvió un poco de vida.
Al rescate de los títeres
El frenético ritmo de vida, así como la cultura de consumo exprés y del entretenimiento inmediato que dominan nuestra cotidianidad, dificultan que se les pueda apreciar de forma justa. En palabras del señor Montero, “Una marioneta se convierte en un simple muñeco cuando se instala en una vitrina”. Tuvo toda la razón.
No basta con su distinción como Patrimonio de la Nación en la década de los noventas; hace falta llevar a los títeres de nuevo a los escenarios. Por fortuna, la cultura titiritera en nuestro país se ha mantenido viva y recobra nuevos bríos, por lo que podemos disfrutarlos en acción además de apreciar a los que ya forman parte de la historia en los distintos museos que, a lo largo de nuestro país, nos ofrecen la oportunidad de volver en el tiempo e imaginar cómo sería estar frente a ellos.
Además del Museo Rafael Coronel en Zacatecas (que es donde hice las fotos que acompañan a este texto), puedes conocerlos en el Museo Nacional del Títere Rosete Aranda, en la ciudad que vio nacer a la compañía, creado en 1991; el Museo Casa del Títere Marionetas Mexicanas de la capital poblana; el Festival Internacional de Títeres Rosete Aranda, también efectuado en Huamantla; el Centro Cultural Alfín Rosete Aranda de la CDMX, y en el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble, también ubicado en la capital del país.
¿Qué te han parecido estos peculiares vestigios del entretenimiento de otros tiempos? Platícame en los comentarios si ya los conocías o bien, si ubicas algún otro lugar donde se les pueda apreciar.
También puedes echar un vistazo a la galería completa en la sección de Fotografía de este website asignada a la bella ciudad de Zacatecas.
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Hola, ¿de casualidad tienes alguna información que respalde a las marionetas de Zacatecas como patrimonio de la nación?
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