There’s a place
There’s a place

There’s a place

Toda persona tiene su talón de Aquiles; aquello que, pese a tratar de mantener una coraza basada en la objetividad, el estoicismo e incluso el cinismo ante las circunstancias, es capaz de herirle.

Sean acciones concretas, actitudes o palabras, hay cosas que llegan a lastimar de un modo que hacen que sientas como si algo dentro de ti se rompiera un poco y te orillara a tomar una posición en que no estás dispuesto a dar más de lo que las personas demuestren merecer.

Si bien te va, en algún momento llegan las disculpas, los “No quise herirte”, “No quería que lo entendieras de esa manera”, y crees todo eso porque (insisto: si llega a suceder) viene de alguien a quien amas, en quien quieres mantener la fe y conservar esas ganas de ser, de dar sin esperar nada a cambio, como cuando niño, y has procurado seguir funcionando así de un rato para acá.

Intentas con todas tus fuerzas maniatar al orgullo, no le vas a permitir salir de su jaula, lo has sometido bien, lo has encerrado y amaestrado, no vas a permitir que todo el trabajo que has hecho y te ha costado se eche a perder.

Sin embargo, sabes que algo se rompió y probablemente esté muriendo poco a poco.

There's a place

Qué tan dolorosa es la situación, dependerá de cada individuo, todo con base en el trabajo mental, objetivo y emocional que realice y de que logre encontrar ese punto intermedio donde la meditación descongela un poco al alma.

Por fortuna, siempre hay un lugar a dónde ir, en el que el tiempo no existe y nada ni nadie puede interrumpir la paz de los pensamientos y sentimientos. Hay un lugar…


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