Gula [Los siete pecados capitales]
Gula [Los siete pecados capitales]

Gula [Los siete pecados capitales]

El buen comer es una de las dichas más grandes que nos brinda este mundo; va más allá de la satisfacción de la necesidad básica de alimentarnos, ya que nuestra inteligencia y desarrollo nos permiten ser capaces de jugar con los sabores, mezclarlos y obtener combinaciones sumamente placenteras.

Tomahawk

Todos tenemos nuestro veneno particular. Ese platillo que nos seduce terriblemente, algún postre que nos vuelve locos; alguna bebida, alcohólica o no, que deseamos beber antes que cualquier otra cosa, y no se trata de debilidad ni falta de carácter o espíritu como se nos ha hecho creer durante siglos. Simple y llanamente, somos seres susceptibles al disfrute y el placer.

En contraparte, matarse de hambre como se hacía antaño o limitarse, por ejemplo, con el consumo de carne roja durante la llamada “semana santa”, carece de todo sentido común. Por ejemplo, y en el hipotético caso de que yo creyera en todas esas historias que hablan sobre alguien que cruzó el desierto durante 40 días sin comida ni bebida y siendo tentado por el demonio a cada paso, ¿serviría de algo que me privara de comer o de disfrutar N tipo de alimento? ¿Ayudaría eso a que las cosas fueran diferentes, a que el mundo mejorara? o simplemente ¿pasaría a engrosar las filas de quienes siguen a su pastor incondicionalmente, poniendo en riesgo su propia salud física y mental? Instigar a las personas a dejar de recibir los nutrientes de todos los alimentos que la Naturaleza nos brinda es una agresión a nuestras necesidades básicas.

Cuestiono la “autoridad moral” de los dirigentes de la iglesia católica para decidir en nombre de toda la humanidad, o por lo menos de la parte que se deja influenciar, acerca de lo que está bien o mal para todos los demás. Dudo mucho que el Papa en turno pueda hablar sobre eso con la mesa llena de lujosos platillos mientras millones de seres humanos “viven” en la pobreza extrema.

Pobreza extrema

La única culpabilidad que deberíamos sentir al respecto es la que nuestros propios cuerpos y mentes nos hacen sentir cuando se manifiestan en contra del exceso de comida o bebida: gastritis, obesidad, hipertensión, diabetes, cirrosis, infartos, parálisis, atrofia del metabolismo; ansiedad, depresión, baja autoestima. Esas amenazas sí son válidas, reales y mucho más temibles que cualquier amenaza esgrimida por aquellos cuya gula (de poder) no tiene llenadera.

Deja de escuchar a quienes te ponen limitantes en la mesa. Mejor haz caso a Tin Tan y su carnal Marcelo, quienes nos invitan a todos a comer pancita. Que las “buenas conciencias” no repriman a tu buen diente durante esta “semana mayor”; ábrete el camino hacia la libertad empuñando cuchara, tenedor y cuchillo.


¿Me invitas un cafecito?

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