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Walls and Bridges [Discografía Lennon]
El quinto álbum de estudio de John Lennon, Walls and Bridges, publicado el 4 de octubre de 1974, suena exactamente como cuando llegas al bar con toda la intención de destrozarte el hígado y el alma, quizá porque este disco refleja al exBeatle en pleno Lost weekend (que en realidad duró año y medio), periodo en que se dedicó religiosamente al desmadre mientras estuvo separado de Yoko Ono.
Antes del primer trago…
Debo decir que Whatever gets you thru the night no me gusta, a pesar de ser el primer single del disco, la primera rola de John como solista que alcanzó el primer lugar en los charts y de su divertido origen: Elton John —quien participa en ella— predijo su éxito; el liverpooliano estaba reacio a que no, así que Elton le apostó un palomazo en uno de sus conciertos si ganaba. El exBeatle terminó subiéndose al escenario del Madison Square Garden casi dos meses después del lanzamiento del disco, el 28 de noviembre de 1974…y aun así, la rola nunca me atrapó.
En el bar, con el corazón roto
Beef jerky, Ya ya (con Julian Lennon colaborando en la batería), What you got y Surprise, surprise (Sweet bird of Paradox) parecen augurar una noche animada. Anda, sonríe; no todo es tan malo, quizás incluso regreses acompañado a casa si juegas bien tus cartas y no permites que nadie note la tristeza que se cuela por entre las grietas de las —en apariencia— energéticas rolas.
¿Ya te acomodaste en tu banco frente a la barra? Pide tu primer whisky y saboréalo al tiempo que Going down on love —fresca e incitante forma de decir «La cagué y me la tengo que comer»— y la sensual melancolía de Bless you te hacen extrañar las sonrisas, los besos, las caricias y la vorágine sexual que sólo tú sabes hace cuánto tiempo dejaste de disfrutar. La montaña rusa de sensaciones apenas comienza y, como todos sabemos, la subida es la parte más suave y calmada de la aventura.
Segundo whisky; apenas comienzas a relajarte cuando Old dirt road te hace sentir que la noche es lo suficientemente joven como para servirte un vaso tras otro mientras tu lado racional se aleja más y más con cada trago.
Con tres cuartos de botella encima, I’m scared te hace ver hacia atrás y, cual delirium tremens, sentir la angustia de no saber a dónde vas, qué va a suceder con ustedes dos como pareja, en qué acabará todo. Estás en el punto exacto en que parece no haber nada alrededor, como si nadie se percatara de las lágrimas que te corren por las mejillas, ni escuchara tus sollozos, ni te viera tomarte los cabellos con desesperación, codos en la barra, para hundir la cara en la que, para mí, es la rola del disco:
El recuento de los daños
A la mañana siguiente, los reproches en Steel and glass te recorren completo apenas despiertas; van desde el repentino e inútil golpe a tu cartera hasta no recordar cómo te arrastraste hasta casa. Pero ya está; sobreviviste a esa noche de pesadilla, recogiste los pedazos de tu dignidad, los guardaste en el bolsillo y, de algún modo, lograste meterte en la cama mientras #9 Dream te sumerge en ese estado etéreo que te hace ver que, después de todo, puedes volver a beber esa misma noche y las cosas saldrán mejor…o quizá no.
Encuentra las diferencias
John Lennon siempre fue un nostálgico de hueso colorado y, en ese sentido, la portada del Walls and Bridges bien merece algo de atención extra.
En ella se utilizó un dibujo de John cuando tenía 11 años. Representa el gol del chileno Jorge Robledo con que el Newcastle United venció al Arsenal en la final de la FA Cup de 1952, en Wembley.
En la jugada aparecen el galés Walley Barnes, y los ingleses George Swindin y Jackie Milburn, quien, al portar el 9 en los dorsales, parece un más que obvio guiño a la dirección de la casa donde Lennon vivía con su madre antes de tener que mudarse con la tía Mimi: el número 9 de Newcastle Road.
Para los aficionados al fútbol (y en específico a la Premier League inglesa), la referencia es un agasajo y poco importa que John no tuviera especial interés en el deporte de las patadas, así que estamos sumamente agradecidos por el regreso de la portada original en lugar de la fotografía con que Yoko Ono la sustituyó (que no deja de ser una gran foto, pero qué afán de estar manoseando el trabajo de su marido). ¿Qué portada te gusta más?
Mientras lo decides, disfruta el disco completito:
¿Me invitas un cafecito?