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El Chicharito de los Derechos Humanos
En los últimos días hemos sido testigos de cómo diferentes personas, ya sea con alto nivel adquisitivo o con cierta “fama”, han dado mucho que hablar entre discursos machistas, racistas e incluso clasistas. Los hemos visto desfilar a través de las redes sociales y otros medios de comunicación masiva.
Sabemos que, en México, un gran porcentaje de sus habitantes han sido víctimas de este tipo de personas que, escudándose en su derecho a la libertad de expresión, creen que pueden decir y hacer cosas que para la ley son un delito, como la discriminación en cualquiera de sus variantes.
Si bien es cierto que todos gozamos de los Derechos Humanos —el derecho a la vida, al trabajo, al de expresión—, también debemos saber que estos se encuentran limitados, ya que un exceso puede llevar a la violación de los derechos de los otros.
Ese es, básicamente, el limite. El derecho a la libertad de expresión es aquel en donde los individuos pueden expresar sus ideas, pensamientos o cualquier otra cosa que quiera enseñar; sin embargo, el límite que estas personas no entienden es el derecho al respeto de la otra persona.
Javier «Chicharito» Hernández causó revuelo con su discurso de tonos machistas, Todo el mundo reaccionó, ya fuera a favor o en contra, tanto por lo que dijo como por la forma de hacerlo. El problema reside en que su alcance no solo llega a los fanáticos del fútbol, sino también a las infancias, que de por sí ya están en estado vulnerable. Escuchar a un probable ídolo expresarse de esa manera puede generar que los niños crean que así se debe tratar a las mujeres, siendo esto un causal de violencia de género.
Lady Polanco está en la misma situación, pues aunque fue criticada por violentar incluso los derechos laborales de los trabajadores, nunca falta la gente que cree que por tener dinero puede sobajar a los demás para lograr sus caprichos, generando discursos de clasismo e incluso de racismo contra las personas trabajadoras.
Este tipo de situaciones generan más polarización en una sociedad ya bastante dividida; sin embargo, lo más preocupante y que no debemos perder de vista, es que esta clase de personajes toman como estandarte sus propios derechos humanos para justificarse.
Amiga y amigo lector: tus derechos humanos terminan cuando comienzan los derechos de otros.