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Cuando levanto tus cosas
Cuando levanto tu ropa, en ella veo los momentos que vivimos juntos, pero también me arrepiento de no haberte dicho qué bien te veías en ella, lo mucho que te costó escogerla y mucho menos me puse a pensar en el tiempo que te tomó decidir que esa era con la que querías que saliéramos ese día.
Cuando levanto tus zapatos, recuerdo todos los paseos, viajes, experiencias y sonrisas que pasamos juntos, pero de igual manera me arrepiento de no haberte dicho que ese par de zapatos iban con tu estilo o que, simplemente, quedaban bien con ese conjunto. ¿Cómo iba a saber yo que eran nuestros últimos viajes tomados de la mano? Sin embargo, soy feliz al verlos desgastados por todas las veces que decidimos dar un paseo o, simplemente, caminar por la casa mientras reíamos, soñábamos y fantaseábamos con un futuro incierto.
Cuando levanto tus maquillajes, aretes y perfumes, recuerdo lo bien que te veías, pero también me doy cuenta de que el mejor accesorio que poseías era tu sonrisa. No importa cuántos anillos, collares o pulseras llevaras encima, tu sonrisa los opacaba como la joya más brillante. Aún así, te aferrabas a que el oro y la plata te harían ver mejor de lo que ya lucías.
Cuando levanto tus medicinas, recuerdo cómo corrías por tu vaso con agua o me pedías un poco, porque era importante que no te sintieras mal. Hoy las veo y me doy cuenta de lo insensible que fui a tu dolor. Sabía que no estabas bien, pero jamás dimensioné el dolor que te provocaba. Hoy que las levanto, también me doy cuenta de que ya no sientes molestias y que, donde estás, ya no te preocupas por la hora de tomarlas, pues estás libre de todo.
Hoy que recojo tus cosas, no solo van ellas en esa caja, sino también nuestros recuerdos, nuestros planes, nuestras tonterías. También se va un pedazo de mi alma que te llevaste al irte. Sé que ya no estás aquí, terrenalmente, pero donde quiera que estés, recuerda dejar tiradas tus cosas para que, a la persona que le toque levantarlas, le traigas felicidad en fragmentos mientras los guarda.
Para todos aquellos que se nos adelantaron. Gracias por todo y buen camino.
¿Me invitas un cafecito?