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Rubber Soul [Discografía Beatle]
Rubber Soul fue el disco definitivo, el que marcó el futuro de The Beatles. El 3 de diciembre de 1965 la banda dijo adiós a la etapa de la Beatlemanía, a las letras melosas que encantaban a las fans, y se dio el primer paso hacia un mundo distinto, lleno de experimentación y descubrimiento.
Sin embargo, la transición no resultó abrupta. No es como si hubieran dejado de hacer pop para ponerse hasta arriba y recorrer las nuevas rutas creativas que estaban por desbloquearse en sus cerebros. Se trata de una colección de cortes que reflejan la «etapa adulta» alcanzada por la banda al componer la totalidad de los mismos, sin recurrir a los covers (que desde siempre se les dieron bien), mezclando ritmos variados; enriqueciendo sus letras, principalmente, con la influencia que significó entrar en contacto con Bob Dylan (y con la mota) y el toque folk que traían desde Help!, que se haría más notorio en esta producción.
La divertidamente ácida Drive my car abre el telón, seguida por Norwegian wood, primera rola (no solo de The Beatles, sino de toda la producción occidental) en que se incluiría el sitar y primera también en la que el desarrollo de la lírica alcanza un nivel mucho más profundo, cosa que sucede también con Think for yourself, The word, I’m looking through you —que se siente como sal en la herida después de un romance fallido—, If I needed someone y, por supuesto, la nostálgica, bellísima e impactante In my life, o en la que elijo como mi rola favorita del disco:
Siguiendo con el resto del álbum, Michelle tiene los arrestos para convertirse en un pop bello, fácil de recordar e imprescindible en el cancionero de todo beatlémano que se precie de serlo; What goes on…honestamente no me convence, aunque habrá a quien sí; el hecho es que fue la última incursión Beatle en el country. Por otra parte, Girl, You won’t see me y Wait significan los últimos vestigios de la Beatlemanía, los últimos acordes impregnados con esa inocente alegría propia de los muchachos que salieron de Liverpool buscando fortuna y fama, la cual, a decir de John poco después del lanzamiento de Rubber Soul, era en esos momentos más grande que la de Jesús.
Este comentario tiene la particularidad de haber pasado desapercibido en Inglaterra, pero en Estados Unidos, mochos como ellos solos (sobre todo en el sur), causó tal revuelo que terminó en excesos tan ridículos como la quema —¡Literalmente!— de todo aquello que tuviera que ver con los Fab Four y la exigencia de una disculpa pública por parte de Lennon, un tanto presionado por Brian Epstein, quien era consciente de que ese asunto no resultaba buena publicidad.
Los problemas continuaron cuando rechazaron (de forma cortés, eso sí) una invitación de Imelda Marcos, primera dama de Filipinas, para que la banda desayunara con ella aprovechando su estadía en aquel país. La bronca no se hizo esperar, al grado que durante los conciertos Ringo tuvo que colocar los platillos de la batería en posición vertical, a manera de escudos, temiendo que algún loco sacara un arma y tuviera la ocurrencia de disparar. Aquella visita a Manila, con la humillación que sufrieron al ser calumniados, escupidos, golpeados (bueno, solo Ringo…John y Paul se salvaron al esconderse detrás de un grupo de monjas en el aeropuerto), además del robo que sufrieron a mano de los impuestos tailandeses (que en aquel entonces parecían los del México actual), significó una drástica decisión: el final de las giras, ya que, a decir del propio Lennon, no estaban dispuestos a arriesgar el pellejo por un estadio lleno de adolescentes gritonas.
Si Brian Epstein no les hubiera advertido que de no ir a tocar a Chicago —por lo que ya se les había pagado de manera anticipada— y cancelar la gira recibirían una multa por un millón de dólares, quizás no hubieran llegado al Shea Stadium a la que sería una de las últimas apariciones en público de The Beatles ejecutando su música (al menos hasta el célebre concierto en la azotea de Apple).
A partir de ese punto comenzaría a escribirse una nueva historia. Una delirante, psicodélica, alucinógena, que transformaría al rock y le haría pasar de corriente contracultural, a cultura. Sin embargo, la mejor opinión la tienes tú. Escucha el disco completo aquí y platícame en los comentarios qué piensas de él.
Además de la ya tradicional playlist de covercitos:
¿Me invitas un cafecito?