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Revolver [Discografía Beatle]
A Revolver, álbum lanzado al mercado el 6 de agosto de 1966, le llamo “el jamón del sándwich” por encontrarse en medio de otros dos titanes de la discografía Beatle: Rubber Soul y Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Relacionándolos en una especie de trilogía, con Rubber Soul empezó a notarse una interesante mutación en su forma de hacer música, mientras que Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band es la explosión máxima de la creatividad de mis cuatro liverpoolianos consentidos. Revolver, naturalmente, se coloca como el interesantísimo eslabón que une ambas obras.
Técnica, artística y líricamente, Revolver es camaleónico, pese a lo que se pudiera pensar al ver el contrastante collage a blanco y negro de la cubierta realizada por Klaus Voormann, un viejo amigo de la banda desde aquellos desenfrenados tiempos en la Reeperbahn de Hamburgo.
Bang!
Basta con dar un paseo por piezas dolorosas de escuchar como Eleanor Rigby o For no one, capaces de hacerle yoyo los calzones al tipo más duro; sarcásticos reclamos al fisco británico por su voraz política tributaria en Taxman; o reflexiones acerca de la vida y la muerte —en medio de un viaje de LSD— en She said, she said. Hablando de drogas, Doctor Robert —presuntamente dedicada al dentista que obsequió su primera experiencia lisérgica a los Fab Four—,y Good day sunshine, una oda a la marihuana (en palabras de Paul), seguramente alborotaron en cierto modo a las buenas conciencias, acostumbradas como estaban a los cuatro muchachitos trajeados con cara de “No rompo un plato”. No se daban cuenta de que, desde el disco anterior, el paso que separaría al alegre pop de algo mucho más grande estaba dado, de que The Beatles nunca volverían a ser los mismos, su música tampoco y el mundo mucho menos.
Continuando con el desfile de orgasmos auditivos, encontramos rolas como I’m only sleeping, que debe su peculiar sonido a que John se equivocó al correr la cinta en una de esas que andaba atascado de mota poniéndola al revés; así gustó y así quedó. And your bird can sing, que suena a cuatro guitarras gracias al doble canal donde se reprodujeron las notas de John y George; la dulce Here, there and everywhere y sus extraordinarias vocalizaciones; y por supuesto, la que —para mí— se lleva mención honorífica en este disco, a pesar de que elegir una favorita entre tantas rolas tan buenas se vuelve una labor más dura en cada reseña:
A decir del propio John, él quería que Tomorrow never knows sonara “como el Dalai Lama cantando desde la cima de una montaña”. No me imagino a ese güey haciendo eso, así que no podría decir si logró su cometido; pero lo que sí consiguió fue la primera canción enteramente psicodélica del cuarteto: una guitarra corriendo normalmente y una en reversa, otra con slides distorsionados, una banda magnética rota, un bombo unido a un bajo sosteniendo la misma nota y una mente tenebrosamente creativa son todo lo que se necesita para abrir la puerta hacia un universo aparte.
Asómate a este increíble caleidoscopio musical y disfruta:
Además, como ya es costumbre, te regalo también una colección de covers hechos a cada una de las rolas que componen este magnífico álbum.
¿Me invitas un cafecito?
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