Razones para nunca operarte en Omnilaser
Razones para nunca operarte en Omnilaser

Razones para nunca operarte en Omnilaser

Desde que era niño sufro de miopía y astigmatismo, deficiencias que me han tenido gran parte de mi vida usando lentes. En aquel entonces usaba unos de armazón sumamente feos que me acarrearon no poco bullying en la escuela; entrando a la pubertad los cambié por unos de contacto y ese par de trozos de plástico graduado me acompañaron hasta que se abrió la oportunidad de operarme de la vista en Omnilaser.

Fachada Omnilaser

Uno de los requisitos fue dejar de usar los lentes de contacto durante dos semanas y media antes de ir a hacer un examen diagnóstico; entonces tuve que utilizar unos lentes de armazón y ni modo, a aguantar la incomodidad. Valía la pena.

El día del diagnóstico me dijeron que mis córneas son más delgadas que lo normal y que no podrían aplicarme la técnica LASIK, que es la estándar para córneas de grosor normal; sin embargo, podían aplicar la LASEK, más adecuada para mí. Acepté y salí de ahí esperando ansiosamente el día de la cirugía.

La noche previa estaba cagado de nervios, pero no por la operación, sino porque debía dejar de fumar por no sé cuánto tiempo antes y después de la cirugía. Llegué a la clínica mentalizándome a que así serían las cosas y no importaba porque valdría la pena, pero al final no me operé: un error por parte de los administrativos de Omnilaser en el llenado del contrato de la cirugía me puso alerta y decidí que mejor no. Ese no fue el único motivo, aunque sí el principal.

No soy alguien que crea en señales, pero esa mañana hubo algunas situaciones que me estaban poniendo un tanto nervioso. Cuando llegué a Omnilaser había tres personas peleándose con la recepcionista por un error en el llenado del contrato; decidí ignorar eso pensando en que era un caso aislado y me concentré en lo mío. El pedo vino después, cuando me entregaron el respectivo contrato y noté que en la parte superior, con pluma, decía “LASIK”. No me gustó y fui a preguntarle a la recepcionista, quien respondió que sí me tocaba una operación LASIK porque (cito): “La cirujana Mesina, quien tiene más conocimiento que la doctora Acosta (encargada de mi primer diagnóstico) determinó que me correspondía esa”. Cabe señalar que minutos antes de que me dieran el contrato, un oftalmólogo me hizo un examen de rutina que arrojó los mismos resultados que obtuve el primer día.

Pedí a la recepcionista que me avisara por favor cuando llegara la cirujana para preguntarle directamente; dijo que sí y, mientras tanto, fui a la sala de espera a leer el contrato detenidamente, aunque sin firmar aún, ya que la recepcionista se quedó con la primera hoja del mismo (donde venía la anotación de “LASIK”). Pensando en que sería un mero error, seguí revisando el contrato solo para encontrar que en una sección que lista las diferentes técnicas que se le pueden aplicar a un paciente, la casilla de LASIK estaba marcada. Fui de nuevo a recepción, pregunté si la cirujana ya había llegado y la chica dijo que sí, pero que ya se había metido al quirófano y que le había confirmado que me tocaba una LASIK.

Como seguía con la duda y a la recepcionista no la iba a sacar de ahí, decidí que era buena idea firmar para tener acceso al quirófano y hablar directamente con la cirujana. Después de analizar que mi nerviosismo no estuviera haciéndome una broma, sentí que algo no andaba bien y me puse alerta. Lo primero que se me ocurrió fue tomarle fotos a mi contrato recién firmado; quise regresar a la sala de espera para releerlo con calma, pero cuando la recepcionista vio que tenía el celular en la mano me dijo con un tono nada amistoso que no, que tenía que leerlo ahí mismo, en recepción. Respondí que podía marearme por estar leyendo parado ya que no traía mis lentes (se me dio la indicación previa de no usarlos antes de la operación) y que iría a la sala.

Contrato de cirugía en Omnilaser

Le tomé esta foto y regresé con la recepcionista para entregarle el contrato firmado. Mi mente procesaba a marchas forzadas todas las anomalías que había visto nada más en ese ratito mientras aislaba mi creciente nerviosismo para poder ver las cosas lo más objetivamente posible.

Minutos después, una enfermera me pidió entrar a vestidores, dejar mi ropa en un locker y cambiarla por la bata que usaría mientras me operaban. Mientras me ponían el brazalete de rigor que usan todos los pacientes, noté esto:

Brazalete Omnilaser

Otra vez esa condenada palabra, “LASIK”. Me pareció bien exponerle a la enfermera la situación para que llamara a la cirujana y aclarara las cosas; después de escucharme pidió esperara un momento, se fue y empezó a dialogar con dos personas más (de las cuales ninguna era la cirujana) cosas que yo no alcanzaba a escuchar aparte de “LASIK” y “LASEK”. Cuando regresó diciendo que sí me tocaba operación LASIK y le pedí nuevamente que fuera por la cirujana. A los pocos minutos apareció otra vez, empezó a cantinflear visiblemente nerviosa y remató diciendo que la cirujana no podía salir a atenderme, pero que le había dicho que siempre sí mis córneas eran muy delgadas para ser sometidas a una LASIK. Fue en ese momento cuando supe que ni en pedo me dejaría operar por ellos.

Salí de ahí entre decepcionado, triste, eufórico y muy enojado; trataba de decidir cuál sería el siguiente paso y al final terminé yendo al Hospital Obregón, donde mi hermana se operó hace años. Después de un examen en el que la tecnología fue menos rimbombante que en Omnilaser, el resultado fue que tenía alergia, inflamación y pequeñas escoriaciones causadas por haber usado lentes de contacto durante tantos años, además del adelgazamiento de mis retinas, cosas que en Omnilaser no detectaron.

Me fui a casa en shock y con ganas de llorar, no tanto porque el veredicto me condenó a usar lentes de armazón por un tiempo considerable, sino porque me daban vueltas dentro de la cabeza los posibles escenarios que hubieran tenido lugar de no haber seguido mi instinto y tomado la operación. En Omnilaser pudieron haber desgastado de más mi córnea, dañando algún área que no debían siquiera tocar y dejándome ciego.

A Omnilaser de nada le sirve tener una buena reputación gracias a su excelente marketing; tampoco el hecho de ser los supuestos pioneros en las técnicas que manejan, ni tener fama de ser la mejor clínica del país en su ramo. Vamos, incluso tenía una excelente referencia de ellos porque un par de conocidos se operaron ahí hace años y no tuvieron ninguna complicación.

Fue gracias a mi costumbre de leer de cabo a rabo cualquier cosa que caiga en mis manos, que me salvé de que estos incompetentes me dejaran ciego. Una simple letra pudo haber hecho la diferencia, pudo haber arruinado mi vida por completo y para siempre. Ya no podría escribir, ni leer, ni ir al cine o ver una serie cómodamente en casa; no podría ver a las personas que más amo, decirles cosas con la mirada cuando no tuviera palabras, disfrutar un paseo. Hubiera tenido que decir adiós a mi amor por la fotografía, ¡Me hubiera despedido de tantas cosas! Honestamente, no sé si hubiera soportado vivir en la penumbra.

Escribí todo esto con la idea de presentar argumentos sólidos y objetivos para sustentar mi invitación a todo aquel que me lea, a no contratar los servicios de Omnilaser. Es una empresa que se preocupa más por atraer la mayor cantidad de clientes que por la calidad de su servicio, capaz de vender a sus usuarios lo que le dé la gana sin importar las consecuencias. Insisto: yo me salvé porque siempre leo absolutamente todo antes de firmar, pero hay mucha gente que no hace eso y termina pagando ese error a veces a un costo muy elevado. Tengan mucho cuidado, y digan NO A OMNILASER. Su salud lo agradecerá.


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