No hay productos en el carrito.
Tortillerías La Abuela: Un rincón de esperanza en Tlalpan
Dar de corazón y sin esperar nada a cambio es lo más noble que cualquier persona puede hacer. Para Tortillerías La Abuela, un pequeño negocio localizado en la alcaldía Tlalpan de la Ciudad de México, esta premisa se ha convertido en un modo de vida que les ha traído muchas satisfacciones y amor.
#TodosPorLeo
Una situación de vida tan dura como pocas llevó a la joven pareja dueña de esta tortillería, Dalia Dávila y Fernando Lozano, a dar todo de sí con tal de ayudar a los demás como una manera de homenajear la vida de alguien muy especial.
Leonardo, su pequeño hijo, había nacido con ciertas situaciones que le convirtieron en un caso extraordinariamente único. Tras casi siete meses internado en Centro Médico —lo que significó que tanto Dalia como Fernando prácticamente vivieran en el hospital para estar pendientes de su bebé— agotaron todos sus recursos económicos y, en palabras de Dalia, sin el apoyo del personal médico el trance hubiera sido aún más difícil.
El triste desenlace de esta historia cambió por completo su forma de ver la vida. Leo fue un niño deseado y amado desde que estaba en el vientre de su mamá; se le celebraba cada mes de vida el día 12 por ser el de su nacimiento y, tras su partida hacia un plano mejor que este, ese número se convirtió en un sinónimo de bondad.
La gratitud por haber contado con la breve dicha de tenerlo entre sus brazos les hizo entender la tarea que la vida les tenía reservada y, con ayuda de la gente que les acompañó durante esa dolorosa experiencia, iniciaron la costumbre de compartir guisados, bebidas y pequeñas despensas entre las personas que se encuentran en los hospitales al pendiente de algún familiar.
Abrazos en la alcaldía Tlalpan
Los habitantes de la colonia Héroes de Padierna se las ven difíciles en cuanto a economía y oportunidades. Dalia y Fernando, conscientes de la situación, enfocan sus energías en contrarrestar las carencias de la comunidad con el apoyo de una red de voluntarios itinerantes.
Tomando como centro de operaciones su tortillería —que permanece abierta de 8 de la mañana a 8 de la noche— se las han ingeniado para brindar apoyos a quienes más los necesitan a través de su programa de Abrazos, consistente en que la persona interesada en recibir ayuda les deje una nota con la necesidad que desea cubrir para que buscar la manera de solventarla, desde el acceso gratuito a una ración de tortillas y la repartición de charolas y platos de comida a través de su comedor bautizado como Esperancita Amor hasta conseguir útiles escolares, ropa y juguetes para hacer felices a niños que, lamentablemente, están expuestos a la posible toma de malas decisiones que pudieran traerles un futuro incierto.
Todo se hace sin recibir subsidio alguno, ya sea gubernamental o privado. Lo que ellos dan de corazón es gracias al fruto de su trabajo y a la buena voluntad de quienes se han ido sumando a su iniciativa a través de aportes en especie. Sólo en dos ocasiones han solicitado ayuda en dinero: cuando hicieron una jornada de salud visual en beneficio de niños con algún problema visual, y para pagar durante un año el transporte y hospedaje de una mamá que necesitaba ir a ver a su hijo al hospital.
Un rinconcito de esperanza
Con el comienzo de la pandemia, una nueva iniciativa nació de las mentes de Dalia y Fernando. Adaptaron en la batea de una vieja camioneta un escritorio, una laptop, una pantalla y abrieron su WiFi para invitar a los niños que lo necesitaran a tomar clases en línea, previa firma de sus padres de una carta en la que se comprometen a seguir los protocolos de sanidad y a estar presentes durante las clases, lo que ayuda a que ninguna de las personas que han recibido este apoyo ni ellos mismos se hayan contagiado de COVID-19. De esta forma, los pequeños no sólo desarrollan sus habilidades académicas, sino que también aprenden el valor de la palabra y el compromiso adquirido.
Cuando comenzaron no sabían el alcance que iban a tener; Dalia pensaba que sólo irían a tomar clases niños de su colonia y estimaba un máximo de 30. Sin embargo, el número casi se duplicó y fue necesario adaptar con bancas un taller de herrería que alguien tuvo la buena onda de prestarles para contar con un mayor espacio donde atender a los niños, algunos de los cuales han concluido su ciclo escolar con éxito e incluso han sido apadrinados por amigos cercanos de esta joven pareja tanto para poder contar con una computadora en casa que les permita seguir estudiando como a través de profesores voluntarios que les dan seguimiento. Sin duda, se trata de una ardua labor en equipo que ha brindado excelentes resultados.
El dilema de la difusión
Tanto Dalia como Fernando querían mantener su iniciativa en el anonimato, pues creían que difundirla podría desvirtuarla e incluso “ensuciar” (por llamarle de algún modo) la memoria de Leo. Sin embargo, una situación fortuita hizo que las cosas tomaran un rumbo muy distinto al que planeaban.
Resulta que, debido a la reputación que estaban creando, diversos medios de comunicación voltearon a verlos y los buscaron para entrevistarlos, cosa a la que se negaron durante meses. Sin embargo, terminaron por acceder porque, aunque ellos tienen la firme creencia de que si haces algo bueno debes quedártelo para ti, también son conscientes de que ese tipo de acciones pueden inspirar a más personas.
Ellos tienen muy claro que lo que hacen no es para buscar agradar a alguien, sino para estar en paz consigo mismos y porque compartir les trae felicidad. Fue así que decidieron crear una fanpage en Facebook y una cuenta en Instagram para invitar a la gente de Tlalpan a ir a la tortillería por su charola de comida. Sin embargo, ese no fue el único efecto que causaron: mucha gente les ha dicho: “Yo solamente necesitaba que alguien me inspirara para empezar a compartir”.
Por otra parte, Dalia y Fernando son muy cuidadosos con la privacidad de las personas a quienes apoyan. De ninguna manera buscan su lucimiento personal, tan es así que no se publica la foto de nadie a menos que esa persona sea quien lo pida (que sí les pasa mucho) y en los casos en que eso no sucede, la única persona que se entera es quien apadrinó al beneficiario para tener constancia de que su aporte fue utilizado para lo que debía.
Bondad mata hate
Quisiera decir que “parece increíble”, pero la realidad es que existe más gente mezquina de la que uno quisiera reconocer. Imagínate que, a raíz de la atención mediática que comenzaron a recibir (y que no ha parado; para muestra este artículo en mi sitio web) hubo quien dijo que Dalia y Fernando “estaban cobrando por dar entrevistas” dado que casi todas las semanas se ve a reporteros en aquella zona de Tlalpan y —más grave todavía— no faltaron los aprovechados que les pidieron una comisión por el supuesto pago recibido e incluso intentaron extorsionarlos.
A pesar de ello, Dalia y Fernando son conscientes de dos cosas: la primera es que cuentan con el apoyo de mucha gente de Tlalpan y del resto de la ciudad gracias a la buena voluntad que imprimen en todo lo que hacen y la segunda es que no necesitan dar importancia a quienes han buscado perjudicarlos, pues en sus propias palabras, “Es posible que esas personas estén atravesando por una situación fuerte o grave. Necesitan ayuda para manejar el dolor que están viviendo y responder a una agresión no es la manera de solucionar las cosas, sino con empatía y comprensión. Al final, ciertas personas creen que es muy fácil lo que hacemos, pero no se ponen en nuestro lugar. Les resulta más sencillo juzgar y criticar, lo que es muy triste”.
“Todos vivimos realidades distintas, la sociedad es muy amplia, los valores y educación de cada hogar son diferentes y nadie tiene la culpa de eso”, remata Dalia.
Buitres al acecho
Cierto día, mientras los niños de la colonia tomaban clase en el Rinconcito de esperanza, presuntos subordinados del diputado morenista por la alcaldía Tlalpan Juan Pablo Tlatempa Camacho se presentaron en el lugar para supuestamente “verificar el giro del negocio, que no les quedaba muy claro”, lo que derivó en un muy mal rato para los pequeños, burlas hacia la pareja por lo sucedido con Leo y hasta insinuaciones sobre “cuánto le iba a tocar a la alcaldía” por lo que estaban haciendo. El político declaró después que nunca estuvo ahí y que se deslindaba de las personas que se presentaron a su nombre. Afortunadamente, Dalia y Fernando recibieron asesoría legal para iniciar una denuncia y el asunto no pasó a mayores. Puedes leer parte de la historia aquí y aquí.
Otro listillo, este de Movimiento Ciudadano, es Gilberto Gálvez López, quien alguna vez fue candidato a diputado por la misma alcaldía Tlalpan y, aprovechándose de su posición, ofreció a Tortillerías La Abuela “un apoyo y un reconocimiento por parte de Fundación México con Valores (propiedad del mismo partido, por cierto)”…de los que la mencionada fundación no tenía la menor idea. Por si esto fuera poco, el señor se puso agresivo y exigente, pues a fuerza quería hacerles fotografías con las mencionadas dádivas apócrifas. Resultado: la denuncia correspondiente y el retiro de la candidatura de este individuo que, para buena suerte, jamás se volvió a acercar a ellos.
Por cosas así es que Tortillerías La Abuela se mantiene al margen de toda la suciedad politiquera. Dalia y Fernando se manejan como apolíticos porque lo último que quieren es que se malinterprete lo que hacen. Su única motivación es el recuerdo de su hijo y el ideal de que un plato de comida es el acto de amor más grande hacia ti mismo o hacia otra persona.
¿Cómo puedes ayudarles?
Todo suma, desde una lata de frijoles hasta ser voluntario o regalar dulces, chocolates, galletas y juguetes a los niños de Tlalpan en Día del Niño, Navidad y Día de Reyes. Ten la seguridad de que cualquier donativo que hagas será recibido y valorado con mucho cariño.
Fuera de esas fechas significativas, en la dura cotidianidad, Tortillerías La Abuela siempre tiene las puertas abiertas para recibir despensa, útiles escolares, ropa; cualquier aporte es siempre bienvenido. Esta última también la hacen llegar a la Casa Hogar para Madres Solteras, A.C. y al Asilo de ancianos “Mi último amor” Madre Teresa de Calcuta, A.C. —ubicados también en la zona de Tlalpan— junto con medicamentos, material de curación y hasta una serenata, su comida favorita y regalos.
Una de las mayores virtudes que tenemos los seres humanos es la capacidad y la voluntad de compartir; ese simple hecho puede generar cambios magníficos tanto en nuestra forma de ser como en la de ver la vida.
Si la historia de estos chicos te tocó la fibra sensible, te dejo a continuación sus redes sociales para que los conozcas un poco más y, si te nace, puedas sumarte a una bonita iniciativa nacida del dolor y el amor.
¿Me conas un cafecito? Click en este botón
Por si te lo perdiste:
Artesanos Especiales, un taller lleno de talento y corazón
Badillo Grill: Calidad y sabor de las brasas a tu taco
Luzbell: Moda con diseño original mexicano
La zoología nunca fue tan adorable como con Plastifauna
Poisoned Apple: Una sofisticada tentación
Chocolate y muchos otros sabores, sólo en Central Bazar