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La excomunión de Hidalgo: “Que dice mi mamá que siempre no”
Más o menos así fue el argumento de la iglesia católica, allá en el ya lejano 2007 y haciéndole el caldo gordo al gobierno de Felipe Calderón (de tendencia derechista; es decir, aliada de la religión) en un aparente intento de limpiar la cada vez más derruida imagen de la institución, cuando aseguró que Miguel Hidalgo y Costilla no murió excomulgado.
Como recordarás, Hidalgo fue sacerdote católico hasta antes de cambiar la sotana por unos pantalones para montar y un rifle. Por supuesto, terminó como era de esperarse: algún traidor lo sirvió en bandeja de plata, fue capturado y posteriormente ejecutado.
Fue el obispo de Michoacán, Manuel Abad Queipo, quien lo excomulgó, argumentando numerosos pillajes. Según se cita en estudios de la iglesia (no se menciona en cuáles, por cierto), los principales cargos que se le imputaron a Hidalgo y que causaron su excomunión a sólo una semana de haber comenzado la Independencia son los siguientes:
…haber atentado contra la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamacuero y de varios religiosos del convento del Carmen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arrestados…
¿Por qué tanto alboroto? ¿Se le excomulgó, o no?
La cuestión es que, el entonces director del Archivo Histórico del Arzobispado y de la Basílica de Guadalupe, Gustavo Watson Marrón, aseguró que no había necesidad de levantar la excomunión a Miguel Hidalgo y Costilla, ya que, en palabras del dirigente católico, en el momento previo a su muerte “solicitó la presencia de un sacerdote católico para confesarse y morir cristianamente”.
Por su parte, Hugo Valdemar, entonces vocero de la Arquidiócesis de México, pidió por favorcito que en los libros de historia se hiciera una pequeñísima corrección indicando que al líder insurgente se le levantó la excomunión en tiempo y forma.
La evidencia histórica muestra que, al poco tiempo de haber llamado Miguel Hidalgo a la insurrección, la iglesia no perdió tiempo colocando pasquines en la entrada de cada uno de sus changarros, calificándolo de…
Depravado, desviado doctrinalmente, fornicario, soberbio, libertino, infiel, hipócrita, inicuo, enemigo de Dios, monstruo, apóstata, padrote (hicisteis pacto con vuestra manceba de que os buscase mujeres para fornicar, y que para lo mismo le buscaríais a ella hombres) y, ¡horror!, luterano: adoptáis la doctrina de Lutero en orden a la divina Eucaristía, y confesión auricular, negando la autenticidad de la Epístola de San Pablo a los de Corinto, y asegurando que la doctrina del Evangelio de este sacramento está mal entendida, en cuanto a que creemos la existencia de Jesucristo en él.
Era el diablo, pues.
Luego, cuando fue capturado, era requisito retirarle los hábitos clericales para poder mandarlo al paredón. Entonces la Santa Inquisición lo excomulgó y puso en manos de la justicia civil, la cual, el día de su fusilamiento, le leyó sus derechos junto con la pena de excomunión, que decía algo como:
Lo excomulgamos, lo anatematizamos y lo secuestramos de los umbrales de la Iglesia del Dios omnipotente para que pueda ser atormentado por eternos y tremendos sufrimientos, juntamente con Datán y Avirán… Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga, y que el cielo con todos los poderes que hay en él se subleven contra él, lo maldigan y lo condenen. ¡Así sea! Amén.
Ya sin vida, su cuerpo fue exhibido en la plaza pública y posteriormente decapitado. La cabeza fue a dar primero a una caja con sal para preservarla de la putrefacción y después enviada a Guanajuato para ser colgada, junto a las de Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, en cada una de las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas.
No conformes con la hipocresía y doble moral de que han hecho gala desde siempre, los dirigentes católicos pretendieron cambiar la historia haciendo como que no pasó nada, pese a la persecución que ejercieron las autoridades civiles y las religiosas contra su presa.
¿Queda claro por qué la historia no es una ciencia exacta, requiere una revisión periódica y jamás debe ser asumida como una verdad absoluta?
¿Me invitas un cafecito?
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